sábado, 7 de marzo de 2015

Cháteau de Versailles, el pabellón de caza con las glorias de Francia

Esto, Madame ¡es Versalles!



Nos encontramos cerca de la Avenue del' Opera y mis compañeros de viaje enloquecen en una tax free de perfumería y cachivaches "Made in China". Desde mi lejana posición logro fotografiar la Cúpula de Chagall del "Palacio de la Ópera francesa". Luego de un modesto almuerzo parisino me dirijo por la D10 hacia la que un día fue la residencia del Delfín de Francia, el Palacio de Versalles, uno de los complejos arquitectónicos monárquicos más importantes de Europa. 



















El viaje en busscar es relativamente corto. Embebido en el esplendor de las carreteras francesas entro al municipio de Versalles con sus encantadoras calles. La presencia de turistas me indica que hemos llegado al palacio. Una impresionante reja se levanta ante mí y a lo lejos, sobre el muro de una de las alas del palacio, la inscripción "A TOUT LES GLOIRES DE LA FRANCE" recalca el poderío de Francia en los siglos XVII y XVIII. 
























Detalle del techo de la Capilla de San Luis. 








El estilo de Versalles es eminentemente Barroco con multitud de estatuas adornando los techos, y los muros rematados con petos y yelmos romanos con banderas le atribuyen un aire militar al complejo de Louis le Vau. 

















En la parte posterior del palacio existen dos grandes espejos de agua para reflejar la belleza del complejo, decorados con estatuas de bronce que representar personajes griegos y algunos ángeles infantiles. El Gran Canal de Versalles nos acompaña por el recorrido de los jardines. Y la vista de los invernaderos es impresionante. 









































El ingreso al Palacio es obligatorio para los amantes del arte, y desde las escalinatas se pueden apreciar esculturas de mármol. Los frescos en los techos están llenos de trampantojos, que dan la sensación de figuras en relieve cuando realmente están pintados. 







La Capilla de San Luis vista desde la tribuna el centro está dominado por el Padre Eterno en su gloria llevando al mundo la promesa de redención de Coypel además del órgano de cañones principal de la capilla. La nave central está sostenida por columnas con capiteles de orden corintio. Entre las arcadas se ven personajes del antiguo testamento y un fresco de ángeles que sostienen los símbolos de la pasión de Cristo adornan la nave central. 







Los bustos y pinturas de los reyes Louis XIV y Louis XVI se encuentran por muchos rincones del palacio. La Cámara Pública del Rey está tapizada por un tono rojo con diseños estilizados, retratos de Louis XIV con una exagerada musculatura, y la cáma con dosel donde acudían los cortesanos para ver despertar a su señor cada mañana. 









¿Cómo podía este soberano mantener ese cuerpo digno de Apolo con los banquetes que celebraban en la época? Sencillo, llamaban al soldado mejor dotado para que posara para el cuerpo y Su Majestad únicamente posaba para el rostro. 



































El Salón de Espejos con múltiples candelabros que penden del techo da la sensación de ser asistente a una Gala Real en Versalles, bailando un vals sobre el piso de parquet al ritmo de un cuarteto de cuedas. 








No  te has tomado una foto frente al espejo, pero en Versalles es necesario. 




Seguido entramos en la Cámara de Luis XIV y su comedor. La Cámara de María Antonieta está decorada con un exquisito tapiz floral con el monograma de sus iniciales. 













Cámara de María Antonieta.














El recorrido termina con una de las más famosas pinturas de Jacques-Louis David, Le Sacré du Napoleon de la cual se encuentra uno también en el Louvre. Se dice que es una copia, sin embargo existen detalles en la pintura que indican que no lo es. Si observamos con atención, las damas detrás de Josephine de Beauharnais están ataviadas con vestidos celestes pálidos y una resalta con su vestimenta en tono rosa. La obra que se exhibe en el Louvre tiene a las cuatro damas con los vestidos idénticos. 












El tono celeste del firmamaente poco a poco es consumido por el ocaso. Los detalles dorados de los ventanales contrastan con el peculiar bleu de France del tejado. El ambiente me invita a recorrer Versalles, pero es momento de volver a Vanves. Muchos se preparan para visitar el famoso Moulin Rouge sin embargo decidí planear mi propio recorrido nocturno por París. La Ciudad Luz no puede limitarse a la visita de Montmartre y la Torre Eiffel. 








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