jueves, 5 de febrero de 2015

Basilea y Lucerna, el epicentro cultural de Suiza.

A orillas del Lago de los Cuatro Cantones





Tocaremos suelo de tres países diferentes en menos de 15 minutos. Tras abandonar Alemania, Bienvenue a la France...otra vez. Llegamos a la región de Alsacia en Francia para poder entrar a Suiza. Suiza al no formar parte de la EuroZona tiene puesto de control en sus fronteras. Sin embargo no toma más que una pequeña revisión y sin problemas entramos. La Confederación Suiza está ubicada en el centro de Europa, sin salidas al mar, y es uno de los países más ricos del mundo según su PIB. Se hablan cuatro idiomas: alemán, francés, italiano, y romanche. Al ser un país tan neutral, Suiza alberga la sede de instituciones internacionales como la IUPAC, el Fondo Mundial para la Naturaleza -WWF-, Comité Olímpico Internacional -COI-,  FIFA, UEFA, entre otras. 


Frontera Alemania-Francia en la región de Alsacia. 




Llegamos a la ciudad de Basilea. Con dos compañeras químicas biólogas sentimos cierta emoción de estar tan cerca de dos de las grandes empresas farmacéuticas a nivel mundial, Novartis y Hoffman- La Roche. Si bien estamos solo de paso por la carretera algo me dice que Basilea tiene mucho por ofrecer a los turistas. 

Lucerna, eje cultural de la Confederación Suiza. 

Siguiendo la E35 rumbo de Lucerna tenemos nuestras primeras vistas del macizo montañoso de Europa Central, los Alpes. Las cosechas ya han sido recolectadas previo a la entrada del invierno y pocas cabezas de ganado aún pastan en las verdes praderas. 







Al filo de las cuatro de la tarde llegamos a Lucerna. Nos detenemos en la orilla del Lago de los Cuatro Cantones. Mi primer punto de interés es la escultura del Lövendenkmal, el León herido de Lucerna. Se trata de una escultura del siglo XIX elaborada directamente sobre la ladera de roca. Representa un león agonizante, herido por una lanza en el costado, con una expresión de intenso dolor. Fue hecha para conmemorar de los mercenarios de la Guardia Suiza que defendieron el palacio de las Tullerias durante la Revolución Francesa. 





Siguiendo mi camino por las calles de la ciudad llego a uno de los puntos turísticos más importantes de Suiza. Sobre las cristalinas y calmas aguas del río Reuss se alza un puente de madera, el Käppelbrucke o Puente de la Capilla. Con escenas de la historia de Lucerna representadas en los pilares que mantienen el techo de dos aguas. Conecta la parte antigua de la ciudad con la parte moderna. Junto al puente se encuentra una torre octogonal de piedra, la Wasseturm o Torre del Agua, que tuvo funciones desde defensa hasta prisión y sala de torturas. 






Wasserturm 



Estamos en Suiza, país famoso por sus precisos relojes, dignas piezas de arte y vanidad masculina. ¡Joder! Me encantan los relojes. Sobre la calle comercial de Lucerna encuentro marcas como Rolex, Ulysse Nardin, Breitling, Omega, Maurice Lacroix, y podría seguir la lista. Además el paraíso de las navajas, Victorinox y Wenger. Sin embargo me alejo del mundo consumista y con una amiga nos retiramos a las orillas del lago para bajar revoluciones y apreciar la belleza del paisaje, insisto, el cual no te cobran por ver. 









Desde un pequeño muelle nos sentamos a observar la cordillera de los Alpes Suizos. Esas magnas cumbre nevadas, que alguna vez cruzara Aníbal de Cartágo durante las guerras púnicas, se alzan majestuosas sobre el horizonte. La quietud es impresionante. La claridad de las aguas con un tono azul marino invitan a reposar los pies. A mi lado una artista de edad avanzada plasma con al óleo la escena montañosa que tenemos enfrente. Los ánades reales machos lucen su vistoso cuello de color esmeralda y los orgullosos cisnes esperan ansiosos las migajas que llevan los turistas. 




















Disfrutando el atardecer en la región alpina. Es momento de volver a la carretera y continuar la marcha hacia Zurich. 




Chateau Gutsch, un importante hotel y antiguo castillo de Lucerna. 

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